Día 15: Miyajima, Hiroshima

Hoy el desayuno lo haremos de camino, y es que en Miyajima no encontramos ningún supermercado donde comprar comida, así que paseamos por la calle Omotesando con la idea de comprar las típicas galletas de la isla, unas con forma de hoja de arce, rellenas de una gran variedad de sabores: crema, chocolate, queso, azuki (judía dulce), etc.
Son baratas, 80 yens (0,80€) cada una, así que compramos varias para probar.
Antes de partir con el ferry rumbo a Hiroshima nos acercamos hasta el torii para ver cómo luce con la marea y el cielo de buena mañana.

Los ferrys pasan cada 15 minutos, así que mientras esperamos damos buena cuenta de la galletas, que teóricamente son como gofres, pero la textura es más bien como los pancakes americanos.
Deshacemos el camino que hicimos el día anterior, una vez al otro lado, andamos hasta Miyajimaguchi y de allí a Hiroshima.
Esta ciudad tiene como transporte prioritario los tranvías, o streetcars como les llaman aquí. El precio del billete simple son 150 yens (1,5€) y del mismo modo que en los buses de Kyoto, subes tranquilamente y pagas al bajar, en función del trayecto.
Para ir a la zona de la cúpula, el parque de la paz y al museo se puede subir a cualquiera de ellos de las líneas 2 o 6 hasta Genbaku Dome-mae.
La parada está justo al lado del Atomic Bomb Dome, el único edificio que han mantenido en pie, tal y como quedó después del fatídico 6 de agosto del 45 (enlace Wikipedia).

En el corto trayecto que nos lleva hasta el Parque de la Paz, nos encontramos con unos hombres, que acreditados como voluntarios, nos explican que son supervivientes directos, o indirectos de la explosión. Con el que más hablamos, nos cuenta que su madre estaba embarazada de él de cuatro meses cuando sucedió la catástrofe, pero a día de hoy aún vive a sus 93 años, y que su padre, que también se encontraba cerca, falleció a los 91 sin ningún problema de salud. Nos cuenta, orgulloso, que tiene buenos genes, aunque durante su infancia sí que fue algo débil en general, pero que ahora está sano como el que más.
Seguimos sus indicaciones, hasta ver, al lado del edificio, una pequeña estátua que tiene la sombra en sus pies de la explosión, y es que ésta se produjo a 600 metros del suelo, por lo que la onda expansiva fue, en primer lugar hacia abajo.
En el parque se han ido levantando varios monumentos en memoria/honor a las víctimas de la tragedia. Tal vez la más destacable es la estátua en recuerdo a los niños muertos por la bomba, que se inspira en la historia de una niña que tenía dos años cuando todo aconteció, y que a la edad de doce desarrolló leucemia.

En el hospital se dedicó a hacer pájaros de origami, con la esperanza que si llegaba a hacer mil, su salud mejoraría. Tristemente no fue así, pero desde entonces niños, estudiantes y gente de todo el mundo hacen pájaros de origami y los ponen alrededor del monumento como muestra de su deseo de paz.
En el parque también se encuentra el Museo Memorial de la Paz, que tiene una entrada simbólica de 50 yens (0,5€).
La primera parte del museo está dedicada a la historia de la ciudad, desde cómo se fundó, a cómo creció y como evolucionó con la guerra, hasta cómo se reconstruyó después del desastre.

El edificio principal está destinado a hacer ver a la gente la barbaridad que implicó la detonación de esa bomba, el dolor y sufrimiento que causó, no sólo en el instante sino posteriormente. Se pueden ver restos de ropa, objetos personales, reconstrucciones...una pequeña muestra de la atrocidad que representó que realmente nos horroriza ya que puede llegar a ser muy explicito. Aún así, es recomendable visitarlo y mantenerlo en un rincón de la memoria para evitar, en la medida de lo posible, que se repita semejante despropósito.
Como ya tenemos suficiente horror acumulado en nuestras retinas por una temporada, y para aprovechar lo que nos queda de mañana, nos dirigimos al castillo de Hiroshima, al que se puede llegar tras andar 15 minutos. Evidentemente, estando tan cerca de la zona no es el edificio original, sino que fue reconstruido en 1958.
Los jardines y los alrededores del castillo son bonitos, como la mayoría de los parques y jardines que hemos visto y tras un breve paseo decidimos no pagar la entrada de 380 yens (3,8€) ya que de otra manera se nos haría tarde para comer.
Contemplamos el edificio desde sus pies, además, es el único castillo que hemos visto de este estilo, ya que el de Himeji, al que no iremos, está en obras, y el de Kyoto es un edificio mucho más plano, y al de Osaka tampoco llegamos a tiempo de verlo.

Comemos en un centro comercial cercano, donde por 800 yens (8€) nos sirven un bol de arroz con tonkatsu (cerdo rebozado).
La vuelta a la estación de Hiroshima la hacemos callejeando, y aprovechamos para comprar la cena en un supermercado. Para variar, ensalada, fideos y algo para picar por poco mas de 500 yens (5€).

Cogemos el tranvía de nuevo, pero en vez de hacerlo en dirección a la estación de JR de Hiroshima lo hacemos en sentido contrario, para ahorrarnos luego algunas paradas con el tren y acortar distancias. Cogemos la línea 2 hasta Nishi-Hiroshima y desde allí, con la misma línea de los otros trayectos, la JR Sanyu Line hasta Miyajimaguchi. Allí cogemos el ferry y ya estamos en Miyajima de nuevo.

Regresamos al alojamiento, nos cambiamos el calzado, por uno que nos permita pasear tranquilamente entre las algas y el agua cuando baja la marea y decidimos salir a pasear, sin objetivo concreto, por la isla.

Compramos souvenirs, más galletas típicas con forma de hoja de arce y cargados con todo ello aprovechamos la marea baja para andar y contemplar el torii desde el agua.

3 comentarios:

  1. Qué cantidad de información ¿apuntáis los precios de las cosas para acordados???

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  2. Bueno, lo apuntamos para acordarnos, sí, pero también íbamos con la idea de hacer el blog, y así al resto de personas que les pueda interesar se hacen una idea del coste de las cosas durante el viaje, que también es importante poder hacer un cálculo del presupuesto.

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