Día 14: Miyajima

Hacemos las maletas, y tras dejarlas en el alojamiento vamos a la estación de Kyoto con la intención de probar suerte en el Palacio Imperial, aunque sabemos que es fiesta nacional, así que difícilmente estará abierto.
Para este trayecto nos es más útil usar el metro, ya que son solo dos paradas pero el precio no es nada barato, 250 yens (2,5€).
Nos bajamos en Imadegawa para entrar al Palacio Imperial por la puerta más cercana a la oficina de la casa imperial, donde teóricamente, hasta 20 minutos antes de las visitas puedes reservar una plaza. Hay dos horarios para las visitas, a las 10h y a las 12h.
Como era de esperar está cerrado, así que damos un breve paseo por los alrededores, pero lo que vemos no es muy atractivo, con lo cuál decidimos regresar en metro a recoger las maletas para ir con ellas de nuevo a la estación de Kyoto.
Nuestra primera parada será Hiroshima y como es antes de lo que teníamos previsto, no tenemos reservados los asientos, pero no es un gran problema. Miramos los paneles informativos, que alternan la información en japonés e inglés, para ver que en pocos minutos sale un Shinkansen Kodama 633, así que nos toca correr para cogerlo.

En tan solo 14 minutos llegamos a Shin-Osaka, donde debemos cambiar a un Shinkansen Sakura 553 que hace el trayecto hasta Hiroshima en 94 minutos.
Por las pantallas avisan que el tren va con retraso, algo nunca visto por nosotros, pero al final resulta ser que el retraso es de apenas 5 minutos, entre que llega, lo limpian, nos dejan entrar y salimos.
En el suelo del andén está siempre marcado dónde va a quedar la puerta de cada vagón. Ese detalle nos ayuda para saber donde tenemos que hacer cola para entrar en un coche sin asientos reservados.
Bien, una vez en Hiroshima debemos ir hasta la estación del ferry que nos llevará a Miyajima, y para ello debemos coger un tren local de la JR Sanyu Line hasta Miyajimaguchi, que tarda unos 25 minutos.
Aún nos queda un poco más hasta llegar al destino, y es que desde la estación de Miyajimaguchi hay que andar unos 200 metros hasta la estación del ferry, donde con el JR Pass no hace falta pagar nada ni sacar ningún ticket, te pones en la cola y en el primer ferry que llegue subes.
El trayecto en ferry es muy corto, pero disfrutamos con la brisa y la vista del torii, la isla y el paisaje.
Una vez en Miyajima, preguntamos en información por un mapa y por las indicaciones hasta nuestro alojamiento, la Guest House Kikugawa.
En el breve trayecto hasta éste podemos ver cómo, tal y como nos habían dicho, la isla está cohabitada tanto por humanos como por ciervos, que pasean relajadamente por donde les apetece. Eso sí, estos, al no obtener galletas de las turistas son más pacíficos y tranquilos y apenas se te acercan.
Una vez en el alojamiento, aunque no hablan mucho inglés, no es fácil entender que hasta las tres no se puede entrar en la habitación, por lo que les dejamos las maletas y nos vamos a buscar un sitio donde comer.
Andamos por una calle donde no hay ni gente ni locales, así que acabamos en la calle Omotesando, la avenida principal de la isla, donde se concentra toda la gente, restaurantes, tiendas y demás.

Hoy toca probar la típica Okonomiyaki, una especie de tortitas, que llevan muchos ingredientes, una base de una pasta como de crep, col, verduras varias, sepia, fideos y para cerrar el invento, huevo. Todo esto aderezado con una salsa bastante fuerte para completar un plato contundente por el que pagamos 1000 yens (10€).

Una vez pedido nos fijamos que en el resto de las mesas comparten las okonomiyaki entre dos, y nosotros elegimos una cada uno, así que acabamos muy llenos.
Volvemos al alojamiento a subir las maletas a la habitación y por la hora que es decidimos pasear por la isla sin mucho que ver en concreto, más que el torii y alrededores.
Después de andar por la calle Omotesando de nuevo y por un camino bastante ancho que bordea el mar, llegamos al gran torii.
La marea está baja, así que ya desde lejos vemos a la gente paseando por debajo y alrededores de la puerta, y a medida que nos acercamos vamos haciendo más y más fotografías. El día acompaña.

Nos animamos a bajar a la arena mojada para cruzar por debajo del torii y pasear entre las algas que deja la marea al bajar.
Sin prisa, disfrutando del momento, volvemos al camino para entrar en el templo al cual precede la puerta, el templo de Itsukushima (enlace Wikipedia), no sin antes pagar la entrada de 300 yens (3€).

Todo el templo está sobre un entramado de pasarelas levantadas del suelo, para que cuando la marea suba el agua no entre dentro de los edificios.
Saliendo del templo, subimos una cuesta hasta la pagoda Tahoto y desde allí paseamos tranquilamente por la montaña, hasta llegar al otro lado del templo y el torii.

Andamos, entre ciervos, para contemplar cómo se va poniendo el sol, y con él, los turistas se van yendo con los últimos ferrys. La marea vuelve a subir lentamente y nos quedamos contemplando las preciosas vistas de la isla, el templo y el torii en el ocaso.

Poco después se enciende la iluminación lo que nos brinda la ocasión de seguir disfrutando del espectáculo con bastante tranquilidad.

Nos encontramos con una gran sorpresa al buscar un sitio para cenar, y es que, la hasta hace unos minutos ajetreada calle Omotesando ahora se encuentra desierta. No hay tiendas abiertas, ni restaurantes ni gente paseando. Así que tras varias vueltas por la isla decidimos entrar a cenar a uno de los pocos restaurantes que hemos visto, antes de que cierren y no podamos comer en ningún sitio.

Un bol de tempura-udon por 650 yens (6,5€) mientras comentamos todo lo contemplado en el día de hoy.
De vuelta al alojamiento hacemos unas fotos a la cuchara para arroz más grande del mundo, de casi ocho metros de longitud. Fue construida para conmemorar el nombramiento del templo Itsukushima patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1996.

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