Día 1: Tokyo (Ochanomizu, Akihabara)

El viaje de ida a Tokyo es largo y pesado, menos de dos horas hasta Roma, y tras una breve espera en su aeropuerto, más de doce horas y cerca de diez mil quilómetros hasta Narita, el aeropuerto internacional de Tokyo. Con tantas horas de vuelo, por muchas pelis, revistas o lo que se os ocurra hacer, se hace pesado igualmente, y lo peor es que salimos un dia por la mañana, y con la diferencia horaria llegamos al día siguiente por la mañana también, así que tenemos que aguantar como podamos el día entero...
Llegamos al aeropuerto sin ninguna anéctoda, controles típicos, recogida de maletas y demás trámites. En aduanas nos recogen las huellas y nos sacan una foto. Solo llegar, ya nos damos cuenta de que todos los carteles, sean de lo que sean, tienen dibujitos la mar de monos. No hace falta ir muy lejos, solo bajar un piso, para ir a la oficina de Japan Rail para recoger el JR Pass. Básicamente te preguntan a partir de que día quieres que sea válido. El JR Pass se compra antes pero los papeles que te dan no son el JR Pass en sí, hay que ir a una oficina una vez en Japón para que te den el pase, que es una cuartilla de tamaño A5 donde indica la fecha inicio y fin del pase.
Una vez activado, nos hemos decidido por la opción más lenta, pero también más barata para llegar hasta la ciudad. La compañia Keisei tienes dos trenes que hacen el trayecto, y el lento, que cubre la distancia en unos 70-80 minutos, cuesta 1.000 yens.

Nos bajamos en la estación de Ueno, la más cercana a nuestro alojamiento, y aunque teníamos previsto coger un taxi desde ésta hasta el alojamiento hacemos el recorrido a pie, ya que nos vemos con fuerzas suficientes, y de paso, hacemos la primera toma de contacto con la ciudad.
No está muy lejos, pero las calles no tienen una placa con el nombre de la calle como estamos acostumbrados, o como mínimo no hemos sabido verlas. De un mapa que vemos en la calle deducimos cómo funciona la numeración de las casas. Parece ser que cada barrio está dividido en porciones, así que para indicar una casa hay que poner el número del barrio, seguido de la porción de éste y luego el número de la casa en sí, con la referencia a la calle. Por ejemplo, el Hotel Edoya, en el que íbamos a alojarnos está en la dirección 3-20-3 Yushima. De camino ya hemos observado cosas que nos gustan o sorprenden, como los típicos niños pequeños con el gorrito amarillo, los transformadores de electricidad que están en los postes mismo, o que en este barrio como mínimo, las casas son bajas, pero no están pegadas unas a otras, sino que están separadas, a veces dejando espacios de solo un palmo entre ellas.

El Hotel, por si alguien decide ir a este mismo, está en una cuesta, la primera entrada es el restaurante del mismo hotel, la segunda es la recepción y el hotel en sí. Éste cumple con lo esperado, la recepción y el hall son muy bonitos. La mujer de la recepción es muy agradable, y se esfuerza por hablar bien el español. El único problema, es que habíamos reservado habitaciones estilo japonés, pero nos dan occidentales. Como vamos con las maletas y estamos bastante cansados no insistimos en el tema.
Dejamos maletas y vamos a buscar un sitio donde comer, que encontramos poco después, no muy lejos. La ventaja de la mayoría de los restaurantes es que o tienen fotos de los platos en la carta o tiene reproducciones de estos en un escaparate en el exterior, así te haces una idea de tamaño y tipo de comida.
Escogemos un plato cada uno, y nos los acompañan con una ensalada y una especie de postre. El agua es gratis, como en muchos países, con lo que a nosotros nos va genial. En total nos cuesta unos 1.000 yens por cabeza.
Saciados, y aunque cansados, tenemos que aguantar para pillar el ritmo y adaptarnos lo más rápido posible al cambio de horario, así que vamos andando a ver un par de templos que están bastante cerca del hotel. Primero vemos el templo Kanda Myojin, se trata de un templo sintoísta con sus característicos colores rojizos y dorados. Al ser nuestra primera vista de un templo del estilo nos quedamos encantados y hacemos muchas fotos. El templo en sí no es solo un edificio como si fuera una iglesia, se trata de una serie de edificaciones alrededor del pavellón principal.

Aquí observamos que la gente se acerca a las puertas, lanza una moneda en un cajón que hay, hace una ligera reverencia, da un par de palmadas, vuelve a hacer la reverencia y se van. También hay una especie de fuente, donde la gente coge agua con unos cazos fijados en el extremo de un palo y se lanza el agua de la fuente sobre las manos para purificarse.

Luego, con cruzar la calle ya llegamos a otro templo, este de un estilo muy distinto, no tiene los colores brillantes de los templos sintoístas, se ve como mucho más humilde en ese sentido. Este templo fué una academia para estudiar a Confucio, y se llama Yushima Seido. La entrada y el patio interior nos recuerda a los templos que salen en las películas.

A dos calles de este templo ya vamos viendo el ambiente de Akihabara. Un primer impacto curioso. Está lleno de chicas vestidas como de sirvientas, anunciando los Maidcafes, que son unas cafeterias donde todas las camareras van vestidas como sirvientas, hablan con vocecillas muy agudas, y actúan como niñas casi. También vemos muchos edificios altos, donde sabemos que cada planta tiene un comercio o local diferente, pero no sabemos cual es, porque esta todo en japonés.

Llegamos a Chuo Dori, la calle principal, que cruza Tokyo de norte a sur, y donde se acumula, en general, la mayor parte de la actividad de los barrios por los que cruza. Tras un breve paseo por la zona entramos en una cafetería para reposar un poco, pero la verdad es que si podéis ahorraros los cafés o cervezas vuestros bosillos os lo agradecerán. Tanto el cafe como la cerveza puede rondar los 400-500 yens, al cambio unos 4-5 euros. En el mismo restaurante tenían un piso de fumadores y otro para los no fumadores, que precisamente estaba lleno, así que nos tocó tragar humo... no recordaba cuan desagradable es.
Luego entramos en algún edificio de recreativas, donde los pisos inferiores son las máquinas de pinzas donde puedes pescar peluches, y en los pisos superiores puedes encontrar las típicas máquinas recreativas, en espacios muy reducidos y con muchísimo ruido.
También son típicas de la zona las tiendas de figuritas de todo tipo, pero sobretodo de anime y las series nacionales. Hay de todo tipo, precio y tamaño, por lo que no puedo estarme de hacer la primera compra freak, varias figuritas pequeñas de la serie Musculman a muy buen precio.
Se acerca la hora de ir terminando el día, así emprendemos el camino de regreso al hotel a pie, pero antes paramos en un Family Mart, que es una cadena al parecer muy extendida aqui, a comprar la cena. Cogemos ensalada y fideos de estos que se hacen con agua caliente, más una especie de pastelito para los postres por menos de 1.000 yens.
Una vez en el hotel, nos duchamos, planeamos el día siguiente, cenamos y a dormir, que hemos aguantado muy bien el dia teniendo en cuenta el cambio horario y el cansancio.

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