Día 5: Tokyo (Shinjuku, Harajuku, Shibuya)

Para aprovechar el JR Pass nos movemos con las líneas de JR, así que de buena mañana nos dirigimos a la estación de Ueno, donde antes de entrar aprovechamos para ver la estatua de Saigo Takamori, el último samurái, en el que se inspiro la famosa película.
Cogemos la JR Yamanote Line hasta Shinjuku y una vez allí salimos por la salida oeste (Nishiguchi) para ir al edificio del gobierno metropolitano de Tokyo, que no está muy lejos y tiene un mirador gratuito en el piso 45, desde donde se puede contemplar toda la ciudad.

Tenemos un poco de mala suerte, y el día está nublado, así que las vistas no son demasiado espectaculares, aunque se puede apreciar la inmensidad de la ciudad. El mirador no es de 360º ya que hay un restaurante en un lado en el que no puedes pasar si no es a consumir.
Se puede subir a las dos torres, pero como tampoco hay un día muy claro decidimos seguir nuestra ruta de vuelta a la estación pero pasando esta vez por la electric street, una zona similar a Akihabara, pero con los edificios algo más bajos. Centros de Pachinko, recreativas, tiendas de fotografía y electrónica, restaurantes y muchas luces.

Llegamos a los alrededores de la estación de Shinjuku pero por otra zona que no habíamos estado antes, y lo que vemos es muy diferente. Edificios enteros con luces y tiendas, restaurantes, muchísima gente y las primeras chicas vestidas góticas, románticas o de maneras muy peculiares.

Para no andar en exceso con el sol que hay cogemos en Shinjuku otra vez la misma línea y vamos hasta Harajuku. Allí entramos en Takeshita Dori, la calle famosa de la zona, con infinidad de gente, donde sobretodo hay tiendas de ropa y accesorios para chicas y donde vemos muchas chicas vestidas de manera, para nosotros, muy extravagante, aunque nos gusta y a nadie, más que a los turistas les sorprende como visten.

No paseamos mucho ya que es la hora de comer, y lo hacemos en un restaurante en una calle lateral, donde por 1000 yens compartimos una ensalada y hacemos un típico bol cada uno.
Antes de que se nos haga demasiado tarde, decidimos dejar la calle para más tarde y adentrarnos en el parque de Yoyogui para visitar el templo de Meiji.
En la entrada del parque es donde muchos domingos se puede ver a los rockabillys, japoneses vestidos estilo Grease, que hasta hacen bailes de vez en cuando, pero al no ser domingo, y tal vez también por el calor que hace, no vemos ni uno.
La entrada al templo es gratuita y para llegar a él tenemos que recorrer un ancho camino por el parque en el que cruzamos tres toriis inmensos de madera.
Este templo tiene menos edificios en el recinto, pero tiene un patio central muy grande, donde tenemos la fortuna de coincidir con una boda tradicional.

En la ceremonia de la boda, hay el sacerdote que abre la marcha, luego la pareja, que camina bajo un parasol tradicional rojo e inmenso que soporta otro hombre. Unos policías evitan que la gente que visita el templo entorpezca la ceremonia. En el grupo de asistentes a la boda se aprecian indumentarias tradicionales e indumentarias más modernas, trajes y kimonos se mezclan en armonía.
Volvemos a Takeshita Dori, para pasear con más calma y seguimos viendo mucha gente vestida de manera muy dispar.

Realmente un paseo muy interesante y diferente, merece la pena.
Una vez llegamos al final de la calle, giramos hacia la calle Omotesando, que es una zona con mucha gente también, pero de otro estilo, ya que aquí se juntan las tiendas más exclusivas y caras de la ciudad.

Mientras callejeamos por esta zona nos paran unos chicos que nos hacen una encuesta sobre unas chocolatinas que nos dan a probar.
Bastante cansados de lo que llevamos andado, decidimos coger el metro desde Omotesando hasta Shibuya con la línea Z.
Solo salir del metro aparecemos en el famoso cruce, el que se dice es el más transitado del mundo y después de contemplarlo un rato, cruzamos también para ver la estatua en homenaje a Hachiko, el perro que espero a que volviera su amo a la estación durante muchos años, sin que supiera que este había fallecido (enlace Wikipedia)

Hay varias opciones para ver el cruce desde una posición elevada. La que usa mucha gente es el Starbucks de uno de los altos edificios del cruce, pero enseguida vemos que hay mucha gente y será difícil, así que optamos por la otra que conocíamos, desde la estación se llega a una especia de galería, con restaurantes y tiendas, y este acceso se hace por una pasarela entre dos de los edificios altos del cruce, así que aun habiendo una pequeña reja vemos como cruza la gente con una buena perspectiva.

Toda la zona alrededor del cruce y la estación es un hervidero de gente. Muchos sitios de ocio, restaurantes, pachinko, supermercados, clubs y edificios muy altos, todo ellos con sus carteles luminosos en la fachada.

Nos compramos algo para merendar en un supermercado y vemos como va cambiando el barrio a medida que se encienden sus luces y cuando hemos recuperado algo las fuerzas seguimos paseando hasta que llegamos a la cuesta de España.

Una calle en cuesta que teóricamente recuerda a las calles de España, pero como podéis ver, no hay nada demasiado remarcable. Tal vez solo el restaurante de tapas que aprovechando se ha instalado ahí, con su bandera y todo.
Un poco desorientados al habernos dejado conducir por las luces y el ambiente del barrio conseguimos llegar al cruce de nuevo, donde capturamos la esencia de este en fotografía con la magnífica iluminación que presenta.

No nos queda más que volver a coger la Yamanote Line hasta Okachimachi, y tras 30 minutos estamos de nuevo en nuestro barrio, donde compramos la cena para dos por 1000 yens.
Como al día siguiente nos vamos destino al monte Fuji y zonas menos urbanas, aprovechamos para hacer una lavadora y llevarnos toda la ropa limpia. Usamos la lavadora y secadora de la que dispone el hotel y que funciona con monedas y mientras cenamos en la habitación.

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