Día 13: Kyoto (Nara, Toda-ji, Fushimi Inari)

Hoy el día nos depara una excursión por Nara y Fushimi Inari, así que empezamos yendo hacia la estación, donde en función de los horarios hemos de decidir si pasar primero por Fushimi Inari o ir a Nara. Los dos sitios son accesibles con los trenes de la línea JR Nara, pero para Nara se puede coger un Rapid Service que ahorra tiempo, y para Fushimi Inari con un local desde Kyoto basta, ya que está muy cerca.
El primero que viene es un Rapid, así que vamos hacia Nara, y en 50 minutos llegamos a la estación.

Hay que andar un rato por una avenida bastante ancha, con tiendas a ambos lados pero algunos de ellos aún ni han abierto sus puertas.

Seguimos el paseo, y al poco rato ya encontramos la pagoda de tres pisos que hay en los limites exteriores del parque de Nara, dentro de los terrenos del templo Kofuku-ji (enlace Wikipedia), en el que hay también otra pagoda de cinco pisos.

Vemos por el exterior las pagodas y el edificio principal pero seguimos con la intención de adentrarnos en el parque.
Enseguida vemos un primer grupo de ciervos que rondan a una familia que les da de comer unas galletas. Al contrario de lo que nos habían advertido no parecen muy agresivos, siguen a quien lleve la comida pero ni les muerden ni se les suben.
Un poco más adelante vemos bastantes más grupos de gente rodeados de ciervos, ya que hay muchas paraditas donde lo único que venden son estas galletas que comen, y los ciervos, que saben cómo funciona el sistema están siempre cerca esperando al turista que compre. El paquete de unas seis galletas cuesta 150 yens (1,5€).
Lo curioso es que las tiendecitas tienen las galletas encima de un mostrador y los ciervos ni se acercan a cogerlas, en cambio, a la que alguien se acerca a comprar ya hay un grupo de ciervos que rodea al incauto comprador.

A medida que nos acercamos al templo Toda-ji (enlace Wikipedia) hay más gente, tiendas y ciervos, donde estos ya empiezan a verse más impacientes y agresivos con la comida. Vemos como inocentes turistas son mordidos por estos angelicales animales al menor despiste.

Es un camino corto, pero nos entretenemos con el espectáculo brindado por los ciervos. La entrada al templo son 600 yens (6€) y solo al entrar ya divisamos el edificio principal, que de lejos no parece tan grande, pero si lo miramos detenidamente, se ven las personas en sus puertas de entrada, de un tamaño diminuto, no en vano es el edificio de madera más grande de Japón y eso que en sus reconstrucciones ha ido disminuyendo su tamaño.

Una vez dentro se puede contemplar el buda más grande de Japón, digno del edificio, con sus 24 metros, aproximadamente, de altura. Rodeamos la estatua, contemplando la magnitud del edificio y sus otras estatus que contiene.

Salimos y paseamos de nuevo por el parque, por una zona distinta, donde vemos más ciervos y algún lago, todo más tranquilo y con menos gente, hasta que llegamos a las calles principales del parque y de acceso a este.

Buscamos un lugar donde comer, y lo encontramos en la zona de Naramachi, donde hay varias calles cubiertas con muchas tiendas, algunas de ellas de ropa de segunda mano que es donde hemos visto hasta ahora los kimonos y yukatas más baratos.

Al final damos con un restaurante, donde por 800 yens (8€) por persona comemos muy bien.
Después de comer damos unas vueltas por la tiendas, pero sin entretenernos demasiado, ya que hemos de llegar hasta Kyoto para ir a Fushimi Inari. Los trenes que llegan hasta allí son los locales, pero es mejor ir hasta Kyoto para recorrer las pocas paradas que hay hasta Fushimi Inara en un tren local en vez de coger un local desde Nara, que tardaría mucho más.
El templo con el famoso camino de toriis se encuentra justo al bajar en la estación de Fushimi Inari y aunque los edificios que este contiene son muy bonitos, no les dedicamos demasiado tiempo, ya que nuestro objetivo es el famoso camino y no nos queda demasiado tiempo de luz.

No recorremos el camino entero, ya que son cuatro kilómetros entre la montaña, entre senderos que van ascendiendo entre centenares de toriis rojos. El paseo es realmente encantador y bello, además a medida que subimos, al quedarnos sin luz, se encienden los farolillos que le dan un aspecto maravilloso al recorrido.

En el tren de vuelta coincidimos con unos compatriotas, con los que compartimos experiencias y opiniones sobre el país y su gente y hasta vamos a comprar juntos al ya conocido Yodabashi. Esta vez la cena nos cuesta alrededor de 800 yens por persona (8€).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Recomienda este blog!